Análisis de Íñigo Aramendi de los resultados de las europeas

Las elecciones europeas de 2014 nos han dejado un reguero de malas y buenas noticias. Entre las malas noticias caben destacar dos. En primer lugar la baja participación de la ciudadanía. A lo largo de la campaña electoral muchas personas subrayaban su hastío, cansancio y desconfianza ante las elecciones. Se percibía en su argumentación la idea de que las elecciones sólo sirven para perpetuar en su situación de privilegio a un grupo de personas que únicamente piensan en su beneficio individual. Sin embargo, sabemos que no votar no cambia absolutamente nada. Es cierto que el hecho de votar no es la única acción política que la ciudadanía puede realizar, pero esta no democracia imperfecta se constituye en un mecanismo que podemos utilizar para la transformación. Como sociedad hemos de reflexionar sobre esta cuestión. La segunda mala noticia es el avance de la ultraderecha en Europa. Su discurso se apoya en el miedo, que a su vez incrementan, a que “nos quiten” lo nuestro. Estamos hablando de que, por ejemplo en Francia, se ha votado a un partido donde uno de sus líderes ha propuesto utilizar el virus del ébola para frenar la inmigración. ¡Qué idea tan terrible! ¿Hemos de pensar que la gente que le ha votado quiere precisamente eso? ¿Dónde está la Europa de los valores y derechos humanos?

Entre las buenas noticias tenemos, en primer lugar, la enorme bajada de votos del PP y del PSOE. Estos partidos no tienen capacidad para generar esperanza y una sociedad nueva. Decía Einstein que un problema no puede ser solucionado en el mismo nivel de conciencia en que se ha creado. Y tenía razón, PP y PSOE no son la solución. Una segunda buena noticia es la emergencia de un amplio espectro de grupos con un enfoque transformador y con un modo de hacer que abren la puerta a la esperanza y la ilusión. Y, finalmente, una tercera buena noticia es el miedo que se percibe en el PP cuando algunos de sus dirigentes realizan declaraciones públicas afirmando que los antisistema han llegado al sistema o que no nos damos cuenta de que se votado a la extrema izquierda. Llega, por tanto, la hora de los mensajes contra “lo radical”. Pero hay que recordar que, etimológicamente, radical significa que es relativo a la raíz, es decir, que hace referencia a lo profundo, a lo que sostiene y da identidad, a lo que permite nutrirse para crecer y dar vida. EQUO, por ejemplo, quiere ser, en este sentido, radical. Lo que ocurre es que las propuestas políticas que nacen de una raíz incomodan ya que hablan de igualdad, de reparto de la riqueza, de configurar un cuerpo de valores éticos cooperativos, no competitivos…, lo cual tiene unas implicaciones muy fuertes. Así, esto es visto, desde la ideología neoliberal, como algo muy alejado de su perspectiva, algo que esta en el extremo y que, por tanto es negativo.

Pues bien, la realidad es que hay visos de que la ciudadanía quiere un cambio. Es el turno de las propuestas políticas. Sigamos generando nuevas y buenas noticias.