Ante la situación que se está viviendo en las últimas horas en la ribera del Ebro como consecuencia de las inundaciones, denunciamos que las graves consecuencias que está provocando la crecida del Ebro se deben a la falta de medidas de prevención y de una planificación correcta por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y no a que la normativa medioambiental impida dragar los ríos

Uno de los motivos más evidentes de las graves consecuencias de las inundaciones es la urbanización que se ha producido dentro de los propios cauces y riberas. Así mismo, la situación actual muestra el fracaso de la política de construcción de infraestructuras, como embalses y encauzamientos, que ha desplegado la CHE en los últimos años, y que no ha servido para prevenir situaciones como las que hoy se viven.
“Hormigonar el cauce, haciéndolo más estrecho y más profundo, sólo sirve para que el río baje con más velocidad y fuerza” explica Juantxo López de Uralde, coportavoz de EQUO. Además, constreñir el canal del río va en contra de la directiva marco del agua y de la conservación de los medios fluviales.
Ante las declaraciones aparecidas en varios medios de comunicación sobre el impedimento de la normativa medioambiental de dragar los ríos, señalamos que ninguna normativa medioambiental impide limpiar los arrastres (troncos, vegetación arrancada, escombros…) para evitar que cieguen las salidas del agua, y que sólo la dejadez por parte de las distintas administraciones explica esta situación.
Otra medida que podría paliar en el futuro situaciones como las que se están viviendo es ampliar artificialmente el cauce retranqueando las motas que lo delimitan. Por último, hay que tener en consideración que en un escenario de cambio climático, estas situaciones serán cada vez más frecuentes.